Pregón de San Antonio Mª Claret (Altavista) 1992

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 Por  MIGUEL GONZÁLEZ RODRÍGUEZ
Miguel Gonzalez

En primer lugar me gustaría agradecer a todos ustedes su presencia aquí, en un acto que de alguna forma significa el pistoletazo de salida para las fiestas de Altavista de este año, y en honor al patrono del barrio, San Antonio María Claret. Por otra parte, también quiero agradecer encarecidamente a la Comisión de Fiestas de este año, a la Asociación de Vecinos «Padre Claret y a la Dirección del centro sociocultural, el hecho de que me haya elegido como pregonero oficial de sus fiestas, ya que sin duda alguna, además de suponer una experiencia única y primeriza, es un gran honor para mi persona el compartir este momento con todos ustedes.

Sin embargo, cuando se me encomendó por parte del Presidente de la Comisión de Fiestas la lectura del pregón de este año, no pude evitar el pensar en el enorme desconocimiento que muchos de los ciudadanos de Arrecife poseemos sobre la configuración actual de nuestros barrios y zonas periféricas. Como ejemplo que me afecta directamente, me agradaría comentarles que hace muy escasas fechas, y en compañía de un amigo, efectué un largo paseo por todos y cada uno de los barrios de esta ciudad, deteniéndome en lugares insospechados para mi mente de vecino acostumbrado a no traspasar los límites de lo que conocemos como ciudad comercial y administrativa. Qué duda cabe, se descubren calles, plazas y gentes que, como nosotros, son de aquí, han nacido en esta ciudad y comparten un destino común con nosotros. Esta experiencia, da una interesante carga emocional, me demostró una vez más la necesidad de interconectar nuestros espacios vitales y compartimos en exactamente lo contrario a lo que acontece en las grandes urbes, cuyos habitantes se transforman en entes solitarios e insolidarios, sin conciencia común que constituyen un todo y que su futuro discurre por idéntico e inseparable camino. (…)

No obstante, y llegado a este punto, conviene hacer la salvedad que si bien era indiscutible e inviolable el derecho de los fundadores de Altavista a establecerse en lo que hoy es su comunidad, no es aceptable en modo alguno el modelo urbanístico implantado, unas veces por falta de planeamiento, otras por las indiscriminadas e irracionales prácticas de autoconstrucción. En un momento en que todavía lloramos la muerte reciente del conejero más universal, del hombre insigne que fue capaz de trazar con mente lúcida nuestro ordenamiento territorial, es buena época para planteamos en serena meditación como queremos que sea la Altavista que donaremos a nuestros hijos y nietos, y, por consiguiente como será el Arrecife, el Lanzarote y la Canaria del futuro. Dependemos única y exclusivamente de nuestro suelo como materia prima para desarrollar la industria de nuestra vida, y en esto César Manrique fue muy capaz de transmitirnos un mensaje que creíamos utópico pero que ya sabemos perfectamente realizable: ganar el futuro depende de nosotros mismos, de que seamos capaces de construir una sociedad más justa, más igualitaria y autosuficiente, dotada de todos los servicios precisos para alcanzar el bienestar. César hubiese querido, por poner un ejemplo, que Altavista estuviera permanentemente pintada de blanco y verde, que en sus plazas y jardines el verdor de las plantas y el blanco de los muros contrastaran con la negrura del picón, y que sus calles fuesen anchas y rectas, con espacio suficiente para el transeúnte y el vehículo. A César le hubiese gustado una Altavista solidaria y crecida ante sus problemas, donde la marginación, el paro, la droga o el déficit en infraestructuras fuesen combatidos día a día por los ciudadanos en un intento de «ganar su futuro» tal y como escribió pocos días antes de morir.

Por todo ello, los vecinos de este barrio, (…) están obligados a observar un modelo de desarrollo sostenido acorde con los tiempos que están por venir. Confirmada ya la crisis económica en la que estamos inmersos y, al mismo tiempo, conscientes de que algunos esperan años difíciles es un buen momento para dedicar un tiempo, aunque sea mínimo a la reflexión serena y sosegada; hemos conseguido, por lo pronto, superar un importante déficit en infraestructuras con la puesta en marcha por parte del Ayuntamiento de Arrecife en la legislatura pasada del denominado Plan de Barrios, que por vez primera trajo a Altavista y a otros muchos lugares de nuestra geografía municipal servicios tales como el asfaltado, el saneamiento, el alumbrado público, el transporte o la cultura. Esto significa que uno de los factores que configura el modelo global de calidad de vida ya está logrado, lo cual es motivo para congratulamos. Por otra parte, se distingue Altavista por ser una de las zonas de nuestra ciudad en donde se aprecia una mayor vertebración de su sociedad, contando con un Aula de la Tercera Edad modélica o una Sociedad Recreativa y Cultural ejemplificadora para el resto de sus colegas de la capital. Son, por consiguiente puntos de apoyo fundamentales, o cimientos para empezar a construir un modelo de comunidad que desde el punto de vista estrictamente cívico haga de contrapeso a los poderes políticos, económicos y sociales que, por su naturaleza intrínseca, presentan un mayor grado de organización. (…)

Rechazando de plano la práctica de la xenofobia, de la que Altavista está impermeabilizada a causa del talante abierto y democrático de sus habitantes, es prioritaria la lucha por el mantenimiento de nuestro acervo histórico, cultural y personal. No debemos olvidar el carácter y acorde con los nuevos tiempos de nuestra ciudad, ni tampoco su empeño de permanecer siempre abierta a su pasado más inmediato; por este motivo, estamos todos obligando a conservar el espíritu marinero de Arrecife, incluso desde Altavista, cuyos límites en ningún caso acceden al mar, pero cuyos habitantes conocen de sobra ese elemento. (…)

No me gustaría poner el punto final a este pregón que ustedes, de manera tan amable, han deseado que leyera un servidor, sin lanzarles un mensaje de solidaridad y comprensión. No crean que, como yo mismo, muchos de nuestros vecinos no captan la profundidad de sus problemas; es fácil hacerlo, porque en todos y cada uno de los barrios de Arrecife se muestra idéntica problemática: el desempleo que nos acecha y sus consiguientes consecuencias de marginalidad; el tráfico y consumo de drogas, la inseguridad ciudadana, la escasez de alternativas, etc. Sin embargo, ello no significa que mi visión de futuro sea pesimista; al contrario, estoy convencido que los años que están por venir traerán esperanzas e ilusiones que compartiremos todos. Serán buenos tiempos para Arrecife y para Altavista, porque todos estamos empeñados en que así sea y porque lucharemos para ello. Esta tarea que tal vez deje alguno en el camino, nos conducirá en definitiva a un futuro solidario, igualitario y justo, pues no cabe duda que en último término, todos peleamos por el mismo objetivo, cual es nuestra libertad personal y la de todos nuestros convecinos.

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