Por DOMINGO CURBELO FERNÁNDEZ
Distinguidas autoridades, señor Presidente y directivos de la Asociación de Vecinos «La Calera» de Argana Baja. Señoras y señores asistentes a este acto:
En primer lugar, agradecer a los representantes vecinales antes aludidos, de este importante y popular barrio de Arrecife, la invitación que se me ha dirigido para abrir estas fiestas patronales como pregonero de las mismas. Es un honor inmerecido y lo expreso sin falsa modestia, pero que acepto con orgullo y satisfacción.
Me siento feliz y contento de poder estar entre ustedes y acompañarles en un día tan señalado, por muchas razones: la primera de las cuales es la de estar ligado por lazos familiares al fundador de este singular enclave poblacional de Argana Baja. Don Rafael Betancor García es, por vía materna, un familiar directo de este humilde servidor que esta noche tiene el honor de haber sido elegido para leerles el pregón de vuestras fiestas patronales; en segundo lugar, me siento orgulloso de estar en estos momentos sentado en esta tribuna, al lado del compañero y amigo, Ramón Avero Pérez, de los demás miembros de la Asociación, de las distinguidas Autoridades presentes en este acto, pero muy especialmente por encontrarme arropado por ustedes todos: por los vecinos de Argana, por la gente humilde y sencilla de un barrio laborioso y honrado que ha sabido, por sí solo, con voluntad, tesón y con una envidiable capacidad de superación, crear un núcleo urbano moderno y cosmopolita, conservando, al mismo tiempo, ese sabor humano, integrador y noble de nuestra ancestral cultura isleña.
Argana es una expresión lingüística del pueblo tuareg, plural de Targuí, y que pertenecen a uno de los principales grupos de habla beréber, cuya lengua es el Tagash, y que es la más vinculada al beréber original; aunque también se le da el nombre de Argana a una planta común del sur de Marruecos. Aunque el significado de dicho vocablo, traducido al español, es «tierra árida». Discúlpenme esta ligera síntesis sobre el vocablo «Argana» y el significado del mismo, pero consideré indispensable reseñarlo.
Argana es un barrio joven, nacido el 31 de Diciembre de 1950, día en que a Don Rafael Betancor se le ocurrió trasladarse a este lugar privilegiado y nombrarse a sí mismo “primer vecino efectivo” de Argana Baja. Don Rafael compró una casa que fue construida en el año 1902 (la primera vivienda de Argana), la restauró y acondicionó para ser habitada. Hoy, creo que está situada en la calle Tomás Morales, si mis datos son exactos. Don Francisco Betancor Cabrera, padre del primer vecino de Argana, era propietario de la mayor parte de los terrenos de este lugar. Don Pancho regaló un solar a Don Gregorio Hernández quien tuvo el privilegio de convertirse en el segundo vecino de Argana Baja.
Más tarde, otras familias se interesaron en elegir su residencia en este lugar. Compraron solares y edificaron sus viviendas, hasta convertir el desolado suelo de Argana en el enclave urbanístico de las calles bien trazadas y amplias vías que hoy contemplamos. El sacrificio humano de sus moradores, los hombres y mujeres que fundaron este barrio y el de las nuevas generaciones que lo siguen ampliando, protegiendo y consolidando, es digno de respeto y admiración. Uno de los logros importantes que los vecinos de Argana Baja han conseguido es la inminente construcción de su nueva iglesia, cuya primera piedra será colocada el día 12 del presente mes de octubre, es decir, en el breve plazo de ocho días. En dicho templo morará para siempre la patrona de Argana, Nuestra Señora de Chaxiraxi.
Chaxiraxi es un vocablo guanche, procedente de la isla de Chinet o Tenerife. Chaxiraxi, también denominada Chijoraji o Chirijora, significaba en lenguaje aborigen: «la que sostiene el mundo», ya que, según los guanches de Tenerife, era la Madre del Sol a quien adoraban por ser fuente de vida y calor.
Según informes verbales que he escuchado de personas que merecen toda credibilidad, esta imagen fue traída por el cura de Santa Coloma, Don Juan Ramón, a cuya parroquia actualmente está adscrito el barrio de Argana Baja. El hecho de que comience la inminente construcción de la iglesia, después de los muchos contratiempos, rectificación de planos y mil vicisitudes más, debe ser motivo de orgullo para los vecinos de este barrio, y muy especialmente para quienes se han movilizado gestionando la culminación definitiva del recinto sagrado que el día 12 comienza oficialmente.
La historia de los barrios y pueblos jóvenes, que como el de Argana Baja no sobrepasa las cuarenta y seis primaveras de feliz alumbramiento, están exentos de turbulencias y luchas fratricidas intestinas, pues se caracterizan, especialmente, por la nobleza, el sosiego y la solidaria participación de todos los vecinos en lograr para el barrio o pueblo lo medios necesarios que cubran las necesidades primordiales en todos los campos; tanto el social, educativo, el sanitario, el deportivo, así como el de ocio y distracción para jóvenes y mayores. Y esto, aunque con muchos impedimentos y problemas de toda índole, lo está llevando a cabo, lo está consiguiendo la voluntad y el sacrificio de todos los vecinos de Argana.
Yo, aprovechando el momento que ustedes me han brindado esta noche, hago un llamamiento a todas las autoridades presentes y a las que por diversos motivos no se hallan en este recinto, para que atiendan las necesidades más imperiosas de este barrio, las carencias de diferente naturaleza que la Asociación de Vecinos «La Calera» conoce y exige que sean cubiertas. Estoy seguro de que el Ayuntamiento capitalino es sensible a todos estos temas sociales, y espero les dé una solución adecuada.
A los jóvenes de Argana Baja me complace enviarles un mensaje de afecto y gratitud, porque se han sabido mantener firmes y valientes, inflexibles y heroicos ante las amenazas que hoy atenazan y destruyen a una gran parte de nuestra juventud. El progreso y la modernización no están reñidos con nuestro patrimonio cultural ni con las sabias enseñanzas de nuestros mayores; todo lo contrario: a un árbol se le puede embellecer, mejorar su fruto practicando en sus ramas o tronco los injertos necesarios, realizados por manos expertas, lo que jamás deberíamos hacer es segar sus raíces, destruir los conductos de alimentación que lo mantienen vivo. No destruyamos jamás el cordón umbilical que nos une a nuestra historia pasada, pues son las señas que nos identifican y nos enriquecen. No quememos nuestro pasado si queremos tener un futuro digno, feliz y placentero.
Sólo me resta pedirles a todos que caminen juntos y con la nobleza que les caracteriza, defendiendo los intereses de esta comunidad y que disfruten con salud y alegría sus fiestas patronales, una vez más, en este año 1996.
Muchas gracias.