POR JOSÉ DOMINGO ROBAYNA DEL CASTILLO
Buenas noches:
Voy a empezar narrando como estaba el barrio cuando se empezó con la asociación, no había calles empichadas o asfaltadas como se dice ahora, nosotros habíamos conseguido del Ayuntamiento un par de cosas, como que nos trajeran unos bancos para que se sentaran los viejillos, aquí el alumbrado lucía por su ausencia, se logró aunque sólo fueran las bombillas y a partir de ahí nos animamos un poco, entonces se le ocurrió a un miembro de la asociación ¿por qué no pedimos que asfalten las calles?
Por lo que se hizo la correspondiente solicitud al igual que todas las semanas le enviábamos dos o tres y nos contestaban todas menos la del asfaltado de las calles, entonces en una de esas reuniones no dejábamos títere con cabeza o sea que nos metíamos con todos los concejales, incluso con el alcalde, después de pelear con todo quisque nos salta Agustín Acosta, ya que al ser el más viejo era más prudente, ya que nosotros éramos más jóvenes. ¿Ustedes no creen que el Ayto. tendrá que tener alguna razón para no contestarles? ¿Por qué no solicitan una reunión con el alcalde y que les diga lo que pasa? Así se hizo, fuimos a esa reunión y la conclusión según el alcalde, Jaime Morales Texidor, era que le daba vergüenza contestar que en pleno S. XX una ciudad como Arrecife no tuviese las calles asfaltadas, sin empichar como se decía antes y… ¿cuál es el problema? –le dijimos- El de siempre, el económico, no tenían un duro y creo que eso sigue existiendo, entonces nos miramos unos a otros y dijimos ¿cuál es el problema? Que no hay dinero, eso no es problema para nosotros ya que éramos unos lanzados, al pobre Morales se le abrieron los ojos como puños, antes de salir de la reunión le dijimos que lo único que nos hacía falta era que nos autoricen a asfaltar las calles a lo que contestó que antes de finalizar la semana tendrían un escrito diciéndole que está autorizados , al salir comentamos ¿sabemos en el lío que nos hemos metido? ya que no teníamos un duro, entonces se nos ocurrió , como sabíamos que los vecinos estaban hartos de tragar tierra, no recuerdo si fue a mi hermano o Agustín Suárez que dijo: vamos a hablar con los vecinos de la Calle Timbayba, que es la que queremos asfaltar, hicimos los cálculos, solo de comprar el piche salía sobre 1.000 ptas. cada casa, cada familia, hablamos con ellos y todos dieron las 1000 ptas. Entonces el problema era como conseguir la china, lo que hoy llamamos áridos, ya que el dinero para comprar el piche lo teníamos y alguien dice: los camiones del Cabildo vienen vacío para el parque y ellos están haciendo la carretera Yaiza-Playa Blanca y ¿por qué no vienen cargados? por lo que primeramente deciden ir a hablar con el Cabildo a lo que uno de los compañeros dice que primero hay que hablar con los encargados ¿quién es el encargado de los camiones? –preguntan- Pues era un vecino del barrio, fueron a hablar con él y por su parte no había problema pero que tenía que autorizarlo su superior y así pasamos por todas las esferas de mando hasta ir a hablar con el Presidente que en esa época era Agustín Acosta, hablamos y la única pega que nos dio era que los técnicos le confirmaran positivamente, por lo que al hablar con ellos, ya conocían el tema, les decían que sí.
A la semana siguiente aparecen los camiones con la grava que la fueron descargando a una distancia prudencial, bien, ya teníamos la china y ¿ahora la maquinaria para extenderla? De nuevo al Cabildo a hablar con Agustín Acosta y le comentamos que teníamos la china en la calle y eso a mano no se extiende –le dijeron- , no te preocupes te mandaré la pala. Además hay que recordar que muchos trabajadores del Cabildo la hicieron en horas extras y que nunca las cobraron. Una vez extendido, el siguiente paso era ¿y la maquinaria para empichar? Estas eran máquinas que a base de fuego calentaban el piche y con unas mangueras lo iban extendiendo, por lo que nuevamente fuimos al Cabildo y al vernos el presidente preguntó ¿no vendrán a pedirme el piche? Por lo que le contestamos que no, que el piche lo teníamos nosotros, lo que queríamos era la máquina del piche y el personal para extenderlo, por lo que no hubo problema, comienza el asfaltado y ocurre un problema que nos faltaba ocho bidones de piche, le comentamos al encargado que hicimos bien los cálculos a lo que el encargado contesta, bien y ¿las calles trasversales no se empichan? De nuevo vuelta al Cabildo y le digo. Agustín que tengo un problema, contestándome, ya me extrañaba que no vinieses con alguno más. ¿Qué es lo que te falta? Pues… ocho bidones de piche, contestándome, no te preocupes, eso está hecho, bueno así las calles se asfaltaron y luego pensé ¿de dónde habrá sacado este hombre el piche? O tendrá excedencia o ¿a qué carreta le faltarán esos ocho bidones?
Una vez esto nos nombra un concejal de barrio, que por cierto, era como un miembro de la asociación, era Fajardo, el taxista, con é no teníamos problema, para no alargar el tema ya que con el empichado habría mucho que hablar.
Vamos a pasar al segundo tema, a mí me enseñaron hace tiempo cuando estaba en condiciones de discernir por mi cuenta: “mi libertad termina cuando empieza la de los demás” y respetando esto podría hacer lo que creía conveniente.
Yo no sé si Uds. Se han dado cuenta que han inventado unas maquinitas que lo único que permite a los escolares, jóvenes y no tan jóvenes es cambiar de programa o ejercitar los dos dedos gordos o pulgares de la mano, pero no le dejan pensar más y con los deportes pasa igual, hay que estar siempre dentro de una normas y yo me he preguntado ¿cómo están enseñando a nuestros hijos, jóvenes a discernir y a usar su libre albedrío y su libertad? ¿quién se lo inculca? Hasta la fecha no he visto nada, entonces, pienso que ahí hay una labor terrible para los educadores y sobre todo para los padres porque yo veo a muchos chicos descorazonados, como si no pensaran, que van por lo que les dicen y eso no debe ser así. Yo hago las cosas porque creo que están bien, si creo que están mal no las hago y se acabó, no es una cosa que tenemos que enseñar.
Yo hablo de esto porque a mí pasó una cosa muy concreta y por eso hablo con conocimiento de causa y es como saben Uds. Yo vivo en La Asomada, pueblo que está por arriba de Mácher, y la casa está dentro de una finca, al pie de la montaña de Gaida, entonces una vez subiendo, les diré que esa montaña estaba preciosa y con muchos guayaberos. le digo a mi mujer: Toña ¿no te has fijado como está la montaña? Ya ni lucen los zocos que protegen los guayaberos, sólo hay aulagas y decidimos limpiarla de la forma tradicional, ¿cómo? abriendo o aprovechando un hoyo e íbamos poniendo las aulagas y prendiéndole fuego, así que en los primeros días no pasó nada pero al quinto apareció la Guardia Civil en mi casa y dicen: ¿Ud. no sabe que hay una ley que no se puede hacer fuego en la finca? A razón de qué, contesté, pues que puede incendiar el bosque y yo miraba ¿qué bosque? Si no son las piedras que hay arriba me parece, porque bosque no hay, pero eso es lo que dice la ley- contestaron con risa socarrona-.
El resultado fue el siguiente: el que me iba a vender los arbolitos, no los vendió, el que me iba a vender los fertilizantes para fertilizar la tierra, idem de idem y luego pensando ¡qué raras leyes preventivas son éstas¡ ahondando en estas leyes, por esta regla de tres, mañana me impedirán salir de mi casa por si acaso un coche me coja, como conclusión todas las leyes preventivas coartan la libertad, no me dejan discernir por mí, en vista de esto, nosotros seremos un estado de derecho pero lo que es libre no.
Gracias por su atención.