POR FRANCISCO UMPIEÉREZ MARTÍN
Quiero iniciar este pregón agradeciendo, ya que es de bien nacido ser agradecido, el honor y enorme placer que representa para mí compartir , este año, como pregonero, las Fiestas de Nuestra Señora del Carmen, en nuestra barriada. Aunque natural de Playa Blanca, siempre me he considerado vecino de Arrecife, ya que alternaba los inviernos en Arrecife con los veranos en Playa Blanca, desde mi infancia, hasta que en el año 1955, me vine a Arrecife definitivamente.
Según los historiadores, Arrecife comenzó siendo un simple puerto de entrada para mercancías y personas hacia la capital que era la Real Villa de Teguise. En esa época Lanzarote tenía unos 1000 habitantes y Arrecife menos de 100. en 1503 se construyen los primeros edificios para comestibles y efectos navales, y también las primeras casas, que eran pequeñas y con techos de barro y paja a dos aguas, que se ubicaron en el barrio de la Puntilla, y muy cerca se construyó una ermita de 68 mts, hoy “San Ginés”.
Por aquella época Arrecife sufría muchos saqueos de piratas y para protegerla en 1950 se construyeron la fortaleza defensiva del Castillo de San Gabriel, primero, y después el Puente de las Bolas.
Hacía 1730 muchos habitantes del interior buscan cobijo en el Puerto de Arrecife, huyendo de las erupciones volcánicas que duraron hasta 1736. (36 años).
El Rey D. Carlos III, en 1778/79 ordenó construir el Castillo de San José entre las bocas de San José y el Perejil, para que protegiera el refugio de la boca de Puerto de Naos. Por ser un año muy pobre y de muchas necesidades, entre los “porteños” se le llamó Fortaleza del Hambre.
A Arrecife se le nombra capital de la Isla en 1847, según unos, y en 1852, según otros. En esa época la vida de Arrecife giraba alrededor de los muelles: Puerto de Naos, el muelle de las Cebollas (luego muelle Chico) y el muelle Comercial, y más reciente el movimiento básico era la sal, ya que en aquel tiempo la industria y comercio principal era la salazón de pescado.
Los barcos se reparaban en el “calinero”, pequeña playa donde hoy está Agramar.
Arrecife seguía creciendo y sus habitantes eran atendidos en un Hospital, situado junto a la “recoba” y hoy Ayuntamiento, que era la zona centro de la nueva capital.
Como el aumento poblacional era mucho, el gobierno construyó la barriada de Titerroygatra, hoy Santa Coloma, pero también crecía Altavista a base de auto-construcción, y ya en 1958 se construyó por el Instituto Social de la Marina la barriada de Valterra, para vivienda de los marineros y trabajadores foráneos que venían para trabajar en las fábricas de conservas de pescado.
Hoy me viene a la memoria un día de Febrero del año 68, cuándo me vine a vivir a Valterra, una barriada que aunque nueva para mí, sus habitantes me eran todos conocidos, ya que la mayoría eran marineros como yo, y el resto trabajadores del mismo gremio, ya que elaboraban productos de la pesca en ROCAR, OJEDA y la antigua AFERSA, que es el lugar donde posteriormente se construyó GARAVILLA.
El viejo “Portonaos,” y las viejas salinas colindantes, de la cual aún quedan restos, eran mi hábitat natural, ya que me dedicaba a la pesca de bajura en barquillos, hasta que en el año 57, me dediqué a la pesca en Mauritania, posteriormente en el año 75 entré como Instructor de Pesca en la antigua Escuela de Pesca, hoy Instituto Marítimo-Pesquero. Guardo un especial recuerdo de D. Blas Mesa Cedrés que me convenció para que vendiera el barco y me quedara en tierra dedicado a la enseñanza.
También quiero tener un recuerdo para Marcial Cabrera Toledo, conocido como Marcial “papas menuas”, pido disculpas a su familia, pero así lo conocíamos todos, que para mí fue un maestro, padre y compañero, y que me enseñó todos los secretos que tiene la difícil vida en la mar, también quiero recordar a (…..), que fue……para mí. No quiero hacer más distinciones porque haría la lista interminable, y además, se me olvidaría alguien, y es lo que menos deseo en estos momentos.
Valterra ha crecido mucho, y lógicamente se ha modernizado, hoy tiene un teleclub que dispone de muchos entretenimientos lúdicos y para el ocio de los vecinos que pueden “matar el tiempo” realizando actividades de recreo y de ocio cultural; aprendizajes de: Cursillos de corte y confección, pintura, guitarra, etc. son algunas de las actividades de que podemos disponer los vecinos.
Durante muchos años he podido ser participe y disfrutar junto a los demás vecinos, donde todos participábamos, para engalanar las calles de la barriada con banderitas de papel de colores con la ilusión de recibir el paso de nuestra Señora del Mar, la Virgen del Carmen, como si de la primera vez se tratara, y cuyo paso era recibido con el mayor entusiasmo y devoción por los mayores, y con la inevitable algarabía de los más pequeños.
Desgraciadamente los tiempos han cambiado, ya casi ha desaparecido “el costero”, que era como nos llamaban cariñosamente a los hombres de mar, debido a que faenábamos en la costa canario-saharina, denominación que también ha desaparecido. Los costeros fueron durante varias décadas los protagonistas de la gran historia del pueblo de Arrecife y Portonao era el epicentro del motor económico que movía la isla. Allí la entrada, fondeo y salida de barcos era continua, al inicio, los veleros, luego los motoveleros y finalmente “los pesqueros”, nombre con que conocíamos a nuestros barcos para diferenciarlos de los de cabotaje. En esa época, el entorno de Portonao, era el origen de las noticias económicas y del corazón, ya que se comentaban los resultados de la zafra ya pasada, si había sido buena o mala, del Puntón, se remendaban las redes, se hablaba del tiempo que había habido, de la familia, de los amores, de las juergas de carnavales con los famosos “pleitos de cuatroesquinas”, y ¡como no! de las próximas fiestas de nuestra Señora del Carmen.
Todas las fiestas dedicadas a Nuestra Señora del Carmen tenían un alto contenido mariano, pero donde me sentía verdaderamente realizado e imagino que a todos los marineros les debe pasar igual, es en la procesión marinera, ya que era nuestro hábitat natural y donde nadie sabía más que nosotros, y allí nos sentíamos, permítanme la expresión como “peces en el agua”.
Un gran tramo de mi vida está grabado en mi memoria, y recuerdo las horas vividas a bordo con penurias y añoranzas, con sabor a salitre, brisa y algún que otro temporal.
La vida en el devenir cotidiano de la barriada ha cambiado, debido a que el sustento familiar, ya no depende del mar, el epicentro y motor económico de la Isla, ahora, ha pasado al turismo, donde afortunadamente hemos pasado a ser una potencia dentro de Canarias y de España, y en los “cocederos” que antiguamente producían la sal que utilizábamos en las salazones, hoy se construyen apartamentos y hoteles, alguien de los presentes no conoce el Hotel Salinas, y así muchas zonas más, algo se sigue conservando aún, por interés turístico como es el caso de las Salinas de Janubio, ya que son una panorámica ideal para plasmar en fotos por los turistas, y también, como no, para que su recuerdo perdure en los que, como yo, ya peinamos canas.
Vuelvo a nuestras Fiestas de la Virgen del Carmen, patrona de los marineros, que le demostraban una devoción y una fé perenne, llevando siempre consigo los escapularios, las imágenes, las medallas, las lámparas de aceite, incluso las promesas e invocaciones ante una adversidad.
Recuerdos como el canto de la Salve Marinera en el Santuario de la Virgen, nos embriagaba, y su canto lo combinábamos con alborozo y pleitesía.
Para terminar quiero rendir mi homenaje y pleitesía con la estrofa “SALVE REINA DE LOS MARES”
¡Viva Nuestra Señora del Carmen!