Pregón de Ntra.Sra. del Carmen (Valterra) 2011

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 POR  TECHY ACOSTA

Fotos del pregón

Techy Acosta

Autoridades, señoras, señores, vecinos todos de Valterra, muy buenas noches. En primer lugar, me gustaría agradecer al Presidente de la Asociación de vecinos Los Marinos, José Cruz, que me haya invitado a ser la pregonera de las fiestas de este año. Debo reconocer que, en un primer momento, me temblaron las piernas sólo de pensarlo, pero pasados los primeros ataques de pánico y al bucear en mis recuerdos de infancia, el miedo se tornó en ternura, al pensar en aquellos años y en algunos de mis seres más queridos, como mi abuelo Domingo, el salinero, el costero.

Es una auténtica satisfacción para mí ser la pregonera. Especialmente este año tan lleno de esperanza y de alegría para tantas familias que comienzan a ver la luz. Recordemos que, hace sólo unas semanas, la Justicia les ha dado la razón en su lucha por mantener o preservar lo que es suyo. No puedo más que admirar el tesón de los vecinos de las 200 viviendas, las primeras que poblaron este magnífico barrio de Arrecife, que como auténticos David frente a determinados especuladores inmobiliarios han conseguido que se le reconozca el derecho de propiedad de sus casas a quien en su día las hizo, el Instituto Social de la Marina.

El origen y las razones por las que se construyen estas viviendas es cuanto menos curioso. Remontémonos a los años de la posguerra. En todo el país la hambruna era compañera fiel; por ello, se comenzó a generar en los ámbitos gubernamentales una preocupación sin precedentes sobre la actividad pesquera y los pescadores. Se trató de incidir conjuntamente en la esfera de la producción del pescado para alimentar a la población y en la esfera de la reproducción del pescador. El pescador tenía que tener una vivienda digna para seguir faenando en el mar

En lo que se refiere al primer aspecto, se propusieron todo un conjunto de medidas tendentes a que la actividad de la pesca se recuperase del paréntesis bélico e incrementase su producción lo antes posible. Incluso se esbozó una campaña propagandística en favor del consumo de pescado, expresada en términos tan elocuentes como recoge el catedrático de la universidad de Cantabria, Alberto Ansola: «el pescado es un alimento perfecto, que aumenta el apetito y nunca cansa al gusto. El pescado es más que nunca el alimento de nuestro tiempo, ágil, vibrante, con sed de acción y de felicidad». ¿Se imaginan ustedes una publicidad de este tipo actualmente?

Con respecto a la esfera del pescador, ese estado paternalista consideraba una prioridad la vivienda de los pescadores y sus familias para que en palabras del marqués de Valterra, comisario del Instituto Social de la Marina, «el hombre viva lo más cómodo posible y pueda dar el mayor rendimiento». Y así, con este fin, se llevó a cabo todo un plan de mejoramiento de las viviendas de pescadores y se construyeron diferentes poblados por todas las zonas costeras del país. Fue precisamente el Instituto Social de la Marina, constituido en 1945 como entidad constructora, el que realizó en junio de 1955 estas doscientas viviendas que han dado lugar a uno de los barrios más emblemáticos y con más carácter de Arrecife.

Mis primeros recuerdos de Valterra tienen que ver con mi Primera Comunión. Recuerdo que la hicimos en La Casa del Mar, porque el barrio no contaba todavía con la iglesia que tardó algunos años más en ser realidad. Y ¡qué diferencia! cuando uno iba por las casas de los vecinos repartiendo las estampitas para ver cuánto dinero te regalaban….cien pesetas, doscientas, 25 y ya. Si te daban quinientas eras millonaria. Hoy en día ni para pipas tienes con eso, pero éramos felices. Como cuando correteábamos de un lado para otro por las calles entre El Lomo, en la calle La Palma donde nací, y Valterra. Había una auténtica inmensidad de solares, descampados donde hacer una magnífica hoguera en las noches de San Juan. Hoy, debido a lo que se ha construido en la zona tenemos que hacer tantas instancias para realizar una hoguera que hasta las tradiciones se van perdiendo. Y precisamente por esas calles sin empichar, uno se podía encontrar de todo, hasta batallas campales.

Recuerdo una tarde que se desató una guerrilla entre chicos de El Lomo y Valterra. Mi hermano Agustín Domingo, haciendo de hermano mayor protector, me dijo:”sube a la azotea de casa que tendrás una vista magnífica de la batalla y no te rozarán las piedras”. Qué inconsciencia. Creo que siempre teníamos a la Virgen protegiéndonos, porque me acuerdo de ver a más de uno con la frente ensangrentada. También recuerdo a Calavera, un perro negro que nos acechaba en algunas esquinas y que nos tenía atemorizados, ya que mordía y había que ir corriendo a ponerse la antirrábica por si acaso.

En Valterra estaban también las salinas de mi abuelo, muy cerca de La Casa del Mar. Desgraciadamente no las vi en funcionamiento. Sólo eran utilizadas por mis tíos para jugar a la bola o al “subastao”. Y mientras jugaban a las cartas nosotros nos entreteníamos con lo que quedaba de las antiguas salinas. Mar, salinas y conserveras. De las tres actividades conocían en mi familia, que ha estado siempre unida al mar.

Mi abuelo Domingo nos contaba muchas tardes cómo fue apresado al encallar el barco en las costas marroquíes. Durante un mes estuvieron presos con la incertidumbre de si les iban a dejar con vida. Todavía hoy, se me ponen los pelos de punta cuando recuerdo cómo decía que sus guardianes se jugaban a las cartas si los mataban o no. Afortunadamente, mi abuelo lo pudo contar muchas tardes más. Los tripulantes del Cruz del Mar asesinados, no. Todavía hoy recuerdo las imágenes que mi hermano Agustín Domingo grabó con el tomavistas aquella tarde. Recuerdo los féretros bajando del barco gris de la Armada llevados por los hombres de blanco, los marinos, y esa lucha que dura ya más de treinta años para reconocerles como víctimas de terrorismo. Este barrio ha vivido auténticas tragedias, pero ha sabido reponerse a ellas, prueba de ello es el espíritu festivo que reina cada año en dos épocas muy marcadas como son los carnavales y las fiestas del Carmen

Valterra es para mí el corazón del carnaval. No en vano, tiene las dos murgas más antiguas de nuestro carnaval arrecifeño. Desde el año 91, cada enero comenzábamos en Radio Lanzarote con nuestro jolgorio por todos los locales de ensayo de las murgas. Reconozco que venir a ver a los Arretrancos, a los Intoxicados y años después a las mujeres era para nosotros uno de los momentos más intensos y divertidos de nuestro trabajo- Con qué ilusión se estaban meses de ensayo, de esfuerzo continuo para conseguir que nos olvidáramos de los problemas cotidianos. Cómo me impactó ver a Carmelo llegar a lomos de un precioso caballo disfrazado de indio en el escenario del Parque Islas Canarias. Aquellas letras de los Intoxicados, tan brillantes, qué agudas. Qué buena crítica. Reconozco que añoro aquellos carnavales. Nos acogían tan bien que nos sentíamos integrados.

Y, por supuesto, las fiestas del Carmen. Recuerdo cómo se engalanaban las calles del barrio con banderitas que se colocaban dentro de bidones pintados de blanco y se les metían unos palos para que aguantaran. Se respiraba en el ambiente el olor a fiestas, los vecinos vivíamos en las calles, en la plaza, las charlas duraban hasta bien entradas las noches.

En casa de mis abuelos, como buen hogar de marinero, siempre hubo auténtica devoción por la Virgen del Carmen, fervor que años más tarde entendí. Y es que esta devoción data de de la Edad Media, tiempos en los que era muy común llamar a la Virgen María “Stella Maris”, la estrella del mar. Los carmelitas, a la vez que llamaron a María la “Flor del Carmelo”, la invocaron como la estrella del mar. Así se dirigió a la Virgen San Simón Stock para pedirle la protección sobre los carmelitas cuando tuvieron que abandonar el Monte Carmelo debido a la invasión de los sarracenos. Flor del Carmelo, viña florida, esplendor del cielo, Virgen fecunda, singular. Oh Madre tierna, intacta de hombre, a todos tus hijos proteja tu nombre, Estrella del Mar.

Y como Estrella del Mar es conocida la Virgen del Carmen, y ya se sabe que las estrellas de siempre han guiado a los marineros. Es a lo largo del siglo XIX cuando los pescadores toman a la Virgen del Carmen como Patrona. A partir de ese momento se popularizan las fiestas de la Virgen por todos los rincones de España. En Arrecife, la procesión terrestre y marítima de la Virgen del Carmen se instauró en 1920 cuando se llevaba a la Virgen desde la Iglesia de San Ginés hasta el Lomo y a partir de los años cincuenta se amplía hasta Valterra, donde se traslada hasta el puerto para embarcarla y hacer un recorrido por la costa donde la Virgen bendice las aguas donde los pescadores ejercen su trabajo.

Hoy pocos son los que se hacen a la mar. Sólo hay que darse una vuelta por «Porto Naos». Donde hubo 200 embarcaciones en los años cincuenta apenas hoy se divisan tres o cuatro. Este barrio ha crecido acogiendo a gentes de otras profesiones, de otros sectores manteniendo ese espíritu marinero de su origen. Hoy, hay otras tormentas, otros mares, pero la fuerza, la solidaridad y el carácter de las gentes de este barrio consiguen llevar los barcos a buen puerto.

Hoy vengo aquí a proclamar el inicio de las fiestas del Carmen. Y como en muchas tardes en mi infancia, me voy a Porto Naos a recoger a mi abuelo, allí en la explanada, con su terno, su sombrero y la mirada azul como el mar. Nos sonríe, ha tenido buena faena y viene a darle gracias a la Virgen por estar de nuevo de vuelta con nosotros.

Viva Valterra!!!

Viva la Virgen del Carmen!!!!.

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