(Trabajo presentado en el concurso del Pregón de las fiestas de S. Ginés)
ASÍ ES MÍ CUNA
Una isla. Pequeña en su extensión y grande en su expresión. El pincel la puede pintar con rasgos que reflejan una amalgama de paisajes: lunares y de sal: cicatrices y ardor.
La pluma también puede evidenciarla con toda claridad: si la siente el que la esgrima debajo de sus pies con íntima y plena satisfacción de madre engendradora.
Su contorno de espuma, de espuma blanca, se confunde en eterno beso con su polvo de oro: su dorada arena hecho inmenso que se ofrenda al cansancio y la paz.
Uno puede sentir con íntimo regocijo la ausencia humana y la presencia divina junto a esa espuma de caprichosa blanda, de raro encaje: y la caricia del dorado arenal que la llena de amor mirando hacia arriba: hacia el cielo azul.
Hay en mi tierra un todo en miniatura: un conjunto de casas hechas por días y por sus hombres: “escoria divina” y verdes de esperanza. Afán. Lucha. Sed. Alegría. Y también una adherencia singular a su estéril cabida.
El extraño la llama extraña. La estaría contemplando sus contrates; sus cosas raras; sus dispares paisajes llenan su curiosa Visión: es mi isla un cato/una saludable posada de extranjero: a ella acuden casi huyendo del ruido en que se mueven. Y…casi sin sentido, duerme en sus playas regalos de paz.
Día llegará en que esa paz se venda, pues otras miles casas que nadan valen, tienen precio: un precio ficticio, artificial, pecaminoso, inmoral.
Se presta a muchos casos buenos esta tierra mía; la mujer: medita en su silencio acariciado por su arena mirando al mar.
San Bartolomé, 7 junio 1962