POR AGRUPACIÓN FOLKLÓRICA COROS Y DANZAS ARRECIFE
llustrísimo Sr. Alcalde de Arrecife
Señoras y señores concejales de la corporación, dignísimas autoridades, amigas y amigos todos.
Cuando el Sr. concejal de festejos, don Víctor San Ginés, me llamó para decirme que con la venia del Sr. alcalde estábamos propuestos para leer el pregón de las fiestas de San Ginés 2012, de entrada me sorprendió, me quedé con muchas dudas,
le dije: Sr. Concejal yo necesito tiempo para pensar y decidirme, y me contestó: «Santiago, ya ha sido decidido por unanimidad que sean Vds., la agrupación folklórica Coros y Danzas Arrecife. Desde hace un año o algo más, se había comentado la designación de la agrupación entre otros, y ustedes se lo merecen», de nuevo le comenté que era mucha la responsabilidad, y le pedí que me permitiera consultarlo con el grupo; «ya te llamo», le dije, pero contestó: Santiago, sí o sí, les tocó, además, ustedes se lo merecen pues llevan medio siglo en nuestras fiestas.
Una vez consultado con mis compañeros de la agrupación, aceptamos la propuesta y aquí estamos para leer el pregón.
Quién no se acuerda de la caseta de Andalucía con su constante Félix de Granada cantando «Colorines»; la elección de la reina de las fiestas de San Ginés; el concurso de la canción moderna, jóvenes promesas; el concurso de rondallas y el de parrandas donde lógicamente allí estaba nuestra agrupación folclórica Arrecife.
Recuerdo que siendo Dña. Chana Perera, consejera de cultura del Cabildo, allá por los años 70, se reunieron con ella representantes de todos los grupos folklóricos de la isla y acordaron por mayoría eliminar los concursos de folklore en San Ginés en Arrecife, dando paso a partir de ahí a los festivales. Pues no era de recibo que con la riqueza cultural de cada pueblo se tuviera que competir y sí elaborar una política que gestionara la conservación de todo ese importante acervo popular.
Por las tardes empezaban a funcionar la noria, los cochitos chocones, las tómbolas, los caballitos, en fin todos aquellos artilugios que de alguna manera teníamos que pagar de las derramas de nuestros familiares, algunos ahorros, o de alguna venta de algunos pequeños truquillos que nos buscábamos para recaudar alguna pesetas, como recoger los balines de plomo de las casetas de tiro y derretirlos, así como arrancar el cobre de los cascos de los barcos viejos para vendérselo al porronero; también era costumbre coger santorras entre la fábrica del hielo y el parque municipal, en la ceba, que eran muy abundantes en aquella época y se sacaba buen dinerito.
Todas las mañanas regaban la calle de «alante», el paseo, con agua salobre de las maretas del estado, conducidas desde las galerías de Famara, y que también hacían lo propio con el campo de fútbol de la vega para el torneo de San Ginés. Se imaginan cómo se quedaba la tierra, pues como papel de lija, pero, así y todo, allí se jugaba. Poco más tarde se edifico la Ciudad Deportiva Lanzarote, y aunque también se había inaugurado la primera potabilizadora de Canarias, seguía el Cabildo regando la dichosa cancha con agua salada, cuestión de ahorro y que el agua dulce es bendita.
En aquel viejo Arrecife apenas había distracciones; dos cines, el Día/ Pérez y el de don Paco llamado oficialmente Teatro/Cine Atlántida, en este vendía las entradas doña Rogelio, la mejor repostera de la isla, y más tarde Mariquita Robayna, ¿se acuerdan de Ruperto el acomodador? También estaba el cine Wande, el barracón donde la iglesia proyectaba algunas películas, tras ser suprimidas hábilmente las escenas tentadoras, a esta sala teníamos derecho a entrar si recogíamos la entrada (un pedazo de papel, generalmente de los folletos del Domund) a la salida de misa. No había discotecas, aunque más tarde nació el «No No Club», en el paseo junto a Correos, y luego el Loro Verde en Playa Honda. Era costumbre reunirse en familia y amigos y practicar nuestro folklore y todo cuanto se escuchaba en las ondas de radio y se hacía popular, como, «Billetes, billetes verdes», «Maringá, Maringá», «Yo vendo unos ojos negros», «La playa estaba desierta», «Me gusta mi novio», en fin, era todo muy divertido e incluso se hacían bailes de candil, bailes de taifa, con timples, guitarras y mucha imaginación. Un recuerdo especial y entrañable era el que siendo niño tenía que contentarme con asomarme de refilón al Bar Janubio y escuchar embobado a la vocalista cantar, acompañada por los músicos. También solían haber parrandas y actuaciones en el bar Los Alicantinos.
Cuando llegaban las fiestas de San Ginés, íbamos al bodegón de Micaela, la de «los chochos» y la de aquel bicho que decían que era mitad gato y mitad conejo; y el loro que gritaba ¡¡Borracho!! allí hacíamos parrandas y las voces llenaban la calle y se colaban por el callejón liso hasta la orilla de la marea. Los cantares y la voz estridente del loro. Más tarde, aquel bodegón de olor fuerte a vino, refugio de sombra para experimentados bebedores de mirada extraviada, dio paso a la pescadería de Lolita Fuentes y su esposo Paco González.
También nos aventurábamos fuera de la calle para parrandear en el bar La Marina, famoso por sus tapas de calamares; y en El Parral, donde el popular y bonachón Anastasio aderezaba las voces con vino turbio y aceitunas encurtidas. Allí los marineros de los sardinales andaluces, y de otros puertos españoles, cada vez que llegaban a descargar la sardina o entraban en la bahía de Arrecife, aprovechaban para echarse unos pizcos y, empujados por el alcohol, cantar sus coplas, cantes jondos y bulerías. Y cuando se liaba, porque toda cosa decente tiende liarse de vez en cuando, se personaban con la pachorra que nos caracteriza el sargento Parrilla o Heraclio Niz, Pollo de Arrecife, el de las mareantes «revoloteadas», a poner orden y concierto, para que el Puerto siguiera tranquilo en su eterna siesta.
Eran tiempos difíciles, o mejor dicho, inquietantes, pues no se adivinaba ningún futuro, todo estaba como parado, a falta de alguien o algo que le diera un empujón. Arrecife tenía el refugio de Portonao con su varadero; en la bahía principal el muelle Comercial, donde atracaba parte de la flota y los correíllos, el muelle Chico o de las cebollas, con su kiosco de la música; algunos almacenes como el de los «Betancores» y otros de empaquetado de frutos; se escuchaban las sirenas de las fábricas a los cuatro vientos, el olor a sardinas, el olor al subproductos de las fábricas de conservas de pescado, que, afortunadamente, dieron a Arrecife y a Lanzarote muchos puestos de trabajo, hasta el punto de provocar un desplazamiento importante de vecinos del interior que se acercaron atraídos por esa oferta de empleo y las ventajas de la modernidad.
Arrecife comenzó a crecer y la espléndida belleza de Lanzarote se comenzó a plasmar como un potencial atractivo para viajeros y turistas.
Siendo presidente del Cabildo don José Ramírez Cerda y gracias a las aportaciones del majorero, hoy hijo adoptivo de la isla, Jesús Solo y las del artista lanzaroteño César Manrique, Lanzarote se rediseñó como un espacio de gran calidad, y el resultado de sus intervenciones hicieron de la isla el lugar más envidiado y admirado de Canarias. El nuevo Lanzarote es un pacto entre los seres que la habitan y el medio natural. La expresión ecología y respeto por la naturaleza cobraron carta de identidad lanzaroteña. Así, la isla fue y se promovió como «modelo de las cosas bien hechas».
Nuestra agrupación tuvo claro que había que implicarse al cien por cien en el proyecto, César fue un gran impulsor de nuestra agrupación pues nos implicó desde aquellos primeros años en el turismo. Nos convenció que la isla tenía futuro y que podíamos permanecer en ella sin la triste determinación de emigrar.
Nos tocó inaugurar los Jameos del Agua; el hotel Fariones en el año 1966, y acudíamos a los mármoles cada vez que venía un barco con turismo, como el Black Prince y el Black Watch, de la flota de Fred Olsen, que fueron los primeros en iniciar la travesía turística por nuestro mar. Allí estaba la agrupación a pie de barco; lo mismo con la llegada del Buque Escuela de la Armada Española el Juan Sebastián el Cano; y también con el buque de pasaje que unía a Lanzarote con Cádiz y Funchal; La agrupación llegaba puntualmente a todos esos eventos importantes como las recepciones en el Parador Nacional de grupos profesionales que se alojaban o se citaban en Arrecife.
La Agrupación Folklórica Coros y Danza Arrecife ha ido caminando al mismo paso que la historia del Municipio, identificándose con los diferentes avatares, respirando el mismo aire yodado del mar generoso que nos acuna. Y dio respuesta rápida a cualesquiera de las demandas para participar en la promoción de la isla en muchos lugares del archipiélago, de España y de muchos otros países, llevando bien claro el nombre de Arrecife y de Lanzarote y, por extensión lógica y entrañable, el de Canarias allí donde nuestros cantos, danzas y músicas eran reclamados. Recopilando un sinfín de anécdotas y llevando emociones a muchos canarios que andaban repartidos por el mundo.
Nuestra agrupación, al poco que se ponga atención en ella y en su trayectoria, se percibe como un trozo interesante en la construcción de la sociedad arrecifeña, de la misma manera que las sociedades recreativas, deportivas y culturales. Por varias razones, en la que podríamos destacar el hecho de que fuera un complejo encuentro social que ha ayudado, sin duda, a vertebrar la sociedad municipal, pues en sus cincuenta y cuatro años de existencia unos cuantos cientos de personas de distintas procedencias se han interrelacionado, creando un modelo de comportamiento y entrega en la acción cultural genuinamente musical y etnográfica. Apoyando esta tesis está además el hecho de varias intervenciones, no ya exclusivamente musicales o escénicas, sino expositivas y de difusión de la cultura de los modelos de los distintos vestuarios típicos a lo largo del tiempo, como han sido las diferentes exposiciones y la edición con el cabildo de Lanzarote de un libro sobre vestimenta tradicional.
Creo que merece que dediquemos unos minutos de este tiempo para hacer un rápido recorrido por su historia.
Esta formación de música, canto y baile, nace en la calle Luis Morote, cerquita del Callejón Liso, allá por el año 1 958; tras realizar varios traslados por la geografía municipal, finalmente se acordó, por decisión mayoritaria de la agrupación, edificar un inmueble propio para dejar el constante nomadeo y fijar de una vez por todas la sede social, con las ventajas que ello reporta en cuanto a tranquilidad. Se adquirió un solar en la calle Puerto Rico y en él se edificó la hasta hoy sede de la agrupación.
Tras este periplo por el callejero de la capital lanzaroteña, Coros y Danzas Arrecife cumple su 54 aniversario, habiendo realizado un casi extravagante viaje que la ha llevado desde la orilla del mar hasta las cercanías del Molino del Cabo Pedro, lugar también vinculado al mundo de la pesca, pues desde esa atalaya se oteaba el ancho mar para ver llegar los barcos de la flota y así advertir a las familias de la inminente llegada de sus seres queridos, que venían tras pasar varios meses faenando en los distintos pesqueros de la costa africana.
Nace la agrupación, con mucha voluntad pero sin nombre, en el San Ginés de 1958, es decir su génesis se vincula a estas fiestas que hoy pregonamos. Se trata de una parranda familiar que aúna a los Torres y a los De la Fe Díaz con un buen grupo de amigos entusiastas que se reúnen para parrandear, formando un nutrido grupo de personas y amigos. Se trata de más de una treintena de personas, amantes de la música y de la celebración festiva de San Ginés.
Con este gran número de parranderos se acordó en 1959, el nacimiento formal del grupo de canto y púa, se le da el nombre de Agrupación Folklórica Arrecife. A principios del año 1960, un año más tarde, cuenta con su grupo de baile de más de 22 componentes.
Cabe reflexionar que este encuentro entre tantas gentes afines a la disciplina cultural de la música, el baile y el canto, ocurre en apenas dos años y va a suponer un proyecto cultural de una duración poco usual, pues esta agrupación pese a no ser la más antigua de la isla si es la de mayor antigüedad, si medimos el tiempo en años sin interrupción, es decir: la agrupación folklórica con más años en activo.
Es de justicia afirmar que los actuales miembros de la agrupación que están aquí presente han asumido el compromiso y el ideario de aquellos miembros fundadores. Muchos de los que están aquí llevan formando parte de esta gran familia, 20, 30 años y el miembro más reciente y más joven, de nombre Arima, tiene nueve años y lleva con nosotros casi cinco meses. La característica más importante de todos y cada uno de ellos es la gran capacidad de entrega y dedicación a este proyecto cultural.
Otra reflexión que se debe hacer y que indica la magnífica respuesta de los comerciantes a la llamada de la agrupación, es que los esfuerzos de los componentes para crear un fondo económico que les permitiera a todos los miembros tener vestimenta apropiada para las actuaciones, fueron rápidamente secundados por estos, determinando así que se veía con buenos ojos que la existencia de una agrupación folklórica era una manera de construcción de la propia sociedad y una idea excelente para las celebraciones festivas, especialmente las fiestas patronales de San Ginés.
Así en 1960, se elabora un banderín que se ofrece a los comerciantes para que ellos colaboren con una ayuda económica. Merece un minuto de atención, y les rogamos que hagan el esfuerzo de traducir las aportaciones sujetándolas al tiempo en que se hicieron:
Dña. Severa Pérez Fernández 100 – pta
D. Pedro Ferrer Oliva 100.- u
D. Antonio Becerra Baeza 50.- II
D. Francisco Spínola González 75.- II
D. Nicolás Martín Cabrera 100.- II
D. Nicolás Martín González 50.- II
D. Manual Guerra Rodríguez 50.- II
D. Vicente Guerra Rodríguez (T. Ultramarinos). 50- II
D. Bonifacio Villalobos Guerrero 100.- II
Hnos. José y Juan Prats Armas 50.- II
D. Miguel Cabrera Matallana 100.- II
D. Francisco Matallana Cabrera 100.- II
D. Luis Fernández Fuentes D.Casto Martínez Cabrera 25.- II
125.- II
D. Rogelio Tenorio de Páiz 500.- II
D. Santiago Palarea Ladeveze 25.- »
D. Braulio de León 25.- II
Dña. Hortensia Díaz 25.- II
D. Félix Bethencourt Valenciano 25.- II
D. Rafael Parrilla Cabrera 25.- II
D. Francisco González Mota 25.- II
D. José María de Páiz García 100.- II
D. Juan Martín González 100.- II
D. Francisco Sáenz Infante 100.- II
D, Raimundo Martín (hijo) 20.- II
D. Pedro Swchartz Ballester 100.- II
Bar Los Alicantinos 100. II
D. Pedro Swchartz Ballester 100. II
Se reafirma este sentido de orgullo por parte de la población, en la ingente cantidad de cartas recibidas por la agrupación a lo largo de su existencia y especialmente en sus inicios portando felicitaciones. Valga como muestra y en representación de todas, la enviada por un conocido folclorista desde San Bartolomé, el día 8 de junio de 1965:
Sr. Director de la Agrupación Folklórica de Arrecife
Muy Sr. mío y distinguido amigo: acabo de leer en «Antena» y también en el «Eco de Canarias» la noticia del desplazamiento de esa entusiasta Agrupación hacia Nueva York y quiero ser de los primeros en felicitarles y felicitarme por ser Lanzarote la que viene «repicando» con su folklore, sus Montañas del Fuego, su Cueva de los Verdes, sus playas, etc., etc.
En un baile en una casa particular, con motivo de un bautizo, siendo yo un muchacho, (ya ha llovido bastante después), le oí cantar a uno de los convidados cuya novia no pudo asistir, y sí una cuñadita, la siguiente copla:
Ven acá cuñada mía, ven acá, siéntate aquí, ya que no veo a tu hermana me conformo en verte a ti.
Vd. Dirá, ¿A qué viene esta copla ahora, sin ton ni son? Con ella quiero expresar lo que siento, impresionado por tan grata noticia. Ya que la Ajei, mi novia, mi ilusión, la que hace saltar en el pecho, como si fuera el de un joven, este corazón de viejo carcamal que lleva latiendo 78 años, que los cumplo hoy precisamente, no va a Nueva York, me complace que sea su hermana, también hija de Lanzarote, la que vaya a hacer sonar fuerte el nombre de esta madre querida.
La noticia, como todas las que a Lanzarote interesan, la da el incansable D. Guillermo Tophan, el que como un vigía está siempre atento a lo que interesa a su Isla.
A todos los compañeros suyos, mi enhorabuena y que en unión suya sean los portadores de un nuevo triunfo que fervorosamente deseo.
Con un afectuoso saludo
José María Gil
El 13 de diciembre de 1962, este contingente de ilusiones acude a un interesante bautismo: recorren todos los pueblos de la isla y se dan a conocer al amplio público de Lanzarote, llevando a cada lugar la noticia de que Arrecife cuenta con un proyecto folklórico.
El lugar de nacimiento de esta entidad, tiene un sabor marino y de primera línea. En este minúsculo territorio todo Lanzarote se da cita, especialmente por San Ginés, que se había venido celebrando siempre en la primera calle litoral, o sea: la calle de «alante». La fiesta patronal se enmarcaba en un trasiego de gente de toda la isla; una multitud de voces e instrumentos, al soco verde de los enramados ventorrillos, que embargados por una atmósfera de frituras, adobos y vinos ásperos de la tierra, abducía a las parrandas que iban dejando el aire preñado de cantos y de alegrías.
En el aire de la calle Luis Morote se oyeron por primera vez los cantos de esta agrupación que surgían del patio de la casa que hacía el número 4 de la calle, curiosamente una de las pocas casas que aún sigue en pie, en un Arrecife que actualmente está bastante desposeído de antiguos edificios.
El marco, pues, en el que brota la agrupación folklórica Coros y Danzas Arrecife es el genuino territorio que vive del mar y que sin él apenas es nada. Recoletas, calles empedradas, la Plazuela, el kiosco de la música, el mar de la bahía adornado por el muellito de la Pesquería, el hermoso Puente de las Bolas donde aprendimos a nadar, el castillo San Gabriel donde aprendimos a escalar, el muelle Comercial, el muelle Chico o paseo de antaño donde los vecinos estrenaban ropa, zapatos y salían las muchachas, bonitas, aseaditas y almidonadas a mocear por las fiestas de San Ginés, son momentos vividos por esta agrupación.
A veces, en las tertulias, recordamos aquellos tiempos, los olores a la industria de la pesca en todo Arrecife, las fábricas como Nuestra Señora de las Nieves, Lloret y Lunares, AFERSA, Conservas Garavilla, hijos de Ángel Ojeda, Lamberti o Rocar S.A. que fueron en esos años de antes de los 50 hasta finales casi de los 70, del pasado siglo, el principal sostén económico de nuestra isla, instalaciones e industrias de las que ya solo nos queda el recuerdos, sobre todo para los mayores. ¡Qué difícil es traducir a las nuevas generaciones, este territorio cuando apenas hemos dejado rastro de nuestro paso por el tiempo!
A lo largo de estos cincuenta y cuatro años Coros y Danzas Arrecife ha permanecido como un elemento aglutinante de la sociedad municipal: más de trescientas personas y generación tras generación han ido pasándose el testigo de la continuidad, conformando de esta manera una admirable y útil fórmula de vertebración de la sociedad de Arrecife.
Puede decirse que el proyecto cultural que emana de la existencia y actividad de la agrupación es uno de las más importantes de nuestro municipio, pues ha cobrado una dimensión que sobrepasa los estrictos límites de nuestro territorio para llevar el nombre de Arrecife y el de Lanzarote a un preciado número de ciudades y países donde, tal vez, escucharon por primera vez los cantos de nuestra isla.
Hemos recorrido nuestro archipiélago en varias ocasiones y hemos actuado en un sinnúmero de fiestas patronales y encuentros folklóricos en nuestra isla de Lanzarote.
Una actividad que es de respeto no olvidar es que durante más de 30 años nuestra agrupación homenajea festivamente a los ancianos internados en el Hospital Insular, los primeros años yendo al asilo y posteriormente llevándolos hasta el local, donde se les servía un refrigerio y se bailaba y cantaba. Esta comunión festiva y alegre con los ancianos encendía aún más nuestros deseos de permanecer fiel a nuestra identidad cultural pues bien sabida es la sensibilidad de los canarios para con los mayores. Para algunos de estos ancianos que carecían de familiares que les acompañara en este trayecto final de su vida, estos momentos de alegría y acompañamiento tienen un efecto maravilloso pues se sienten rodeados de cariño y ternura y, sobre todo, no se sienten solos. Para nosotros es una forma sincera de agradecerles los esfuerzos que realizaron para hacer posible el futuro.
Coros y Danzas Arrecife forma parte de la historia de la isla, un lugar ganado a pulso por su dedicación desinteresada o especialmente interesada por la cultura, por su anhelo por resguardar las costumbres y los hábitos del folklore de nuestra gente. Creemos que hemos participado en cimentar una parte importante de nuestro acervo cultural; y todos y cada uno de los componentes, pasados y presentes, son parte incuestionable de la cultura popular de canarias y del bagaje identitario de Arrecife, de su tradición musical y de su pertenencia marítima y festiva.
Nuestro compromiso con la ciudad que nos vio nacer, allá en un lejano San Ginés, ha desembocado en nuestra participación activa en el Festival Folklórico que venimos organizando desde 1994, con el generoso patrocinio del Ayuntamiento de Arrecife, el Cabildo de Lanzarote y, en ocasiones, el Gobierno de Canarias. Festival que desde el 2008 con motivo de nuestro 50 aniversario cobró una dimensión internacional. Con ello se nos ha dado la oportunidad de acercar otras culturas a nuestra tierra. En este nuevo formato dimos pasos a talleres de danza, a exposiciones e hicimos extensible las actuaciones en distintas zonas de Arrecife, pudiendo así el público apreciar folklore de otras zonas del mundo en nuestras calles.
Solo nos resta, desearles a todos los arrecifeños que estas fiestas que hoy pregonamos sea un motivo para la alegría y la diversión que nos haga sustraer el pensamiento de las tantas preocupaciones de estos tiempos inquietantes y que lleguemos a la conclusión que es la cultura la más auténtica fuente de riqueza, como lo demuestran las ciudades y los países que han sabido gestionar su riqueza cultural y natural.
Somos hijos de aquel entrañable Puerto del Arrecife que desde mitad de ‘ agosto se convertía en el lugar de todos los lanzaroteños y en una ciudad abierta a quienes venían desde las otras islas. San Ginés era una fiesta luminosa, llena de algarabía de chinijos, de jóvenes buscando parejas y de todo el mundo estrenando ropa. Arrecife botada al mar, reflejando guirnaldas y globos aerostáticos que cruzaban el cielo de la noche; Arrecife llena hasta arriba de costeros y campesinos; de voces dulces, rotas y agrias compitiendo en gracia y maestría en los ventorrillos. Arrecife auténtico, embargado por la fiesta, con la marina llena de papelitos de las tómbolas, las torres de calderos y la gran caja sorpresa que colgaba de la tómbola principal en la boca del Muelle, justo al lado de aquel portón enorme y adornado que señalaba «Arrecife en fiestas saluda a sus visitantes».
El San Ginés cuyo disparo de salida lo hacía el popular Pepe «Caña-dulce» con su tambor y su megáfono de hojalata en forma de fonil, apenas desembarcaba del correíllo que lo traía de Las Palmas; la banda de música con los gigantes y cabezudos hacían lo propio, a partir de las siete de la mañana nos despertaba con su diana floreada, recorriendo toda la ciudad y los barrios periféricos de nuestro municipio.
Las calles se llenaban de colorido con los desfiles de carrozas engalanadas, tiradas por camellos y burros, acompañadas por grupos folklóricos venidos de todos los rincones de nuestra isla, así como de otras islas y ataviados con sus vestimentas tradicionales daban alegría y categoría a nuestras fiestas. Podemos recordar cómo la noche dedicada al antiguo festival folklórico todo el paseo marítimo del ferial se llenaba de gente ataviada con vestidos típicos, de la gran cantidad de grupos de distintas islas que participaban en el encuentro.
En agosto del año 1965, las fiestas de San Ginés fueron declaradas de interés turístico nacional, nuestro alcalde era don Ginés de la Hoz Gil, hombre entusiasta de la cultura, del turismo y del progreso.
Me viene a la memoria aquellas cartas que nos enviaba los párrocos de Arrecife, don Ramón Falcón Pérez, don Agustín Álamo, don Juan Ayala y otros, invitándonos a participar, en la procesión de San Ginés, así como en las ofrendas y las santas misas.
¿Recuerdan que hubo un tiempo en el que el santo estuvo recluido? Pues luego, cuando tras muchos años lo dejaron salir, hubo tal dificultad o confusión en el recorrido de la procesión que la gente decía que el pobre se había perdido; así que el ingenio popular salió con la ocurrencia de que como el santo llevaba tanto tiempo sin salir ya ni conocía las calles.
Siempre que se acercaba el verano ya estábamos pensando en nuestros «sangineles», que pronto llegarían; Las madres preocupadas con que sus hijos estrenaran en las fiestas se las arreglaban: la ropa de los hermanos mayores se adecuaba a la talla de los pequeños y así gastar lo mínimo en Arencibia, Ferrer o los hermanos Prat. Sin embargo, y pese a que eran tiempos difíciles, una madre nunca dejaba a los chicos y chicas desconsolados.
Por San Ginés, los marinos volvían de la faena costera, después de largos meses embarcados, regresaban a sus casas de la mar de barlovento, la pesca chica o de la zafra, se repartía el caraportar entre la familia, allegados y vecinos y eran recibidos por los suyos y los amigos como agua de mayo. Después de tantos trabajos y penurias las fiestas de San Ginés eran un bálsamo que ayudaba a poner en orden huesos y músculos.
San Ginés era muy divertido, se montaba en la primera línea de mar. Había de todo tipo de diversiones: para los jóvenes se hacían las carreras de cinta en bicicletas; carrera de sacos; gymkanas y muchos otros juegos de gracia y destreza; la cucaña enarbolaba su mástil, perversamente inclinado, en el puente nuevo, el palo encebado retaba a los más audaces a recorrerlo para alcanzar la bandera que ondeaba en el extremo; las regatas de jolateros, chalanas; la natación… y todos esos juegos marítimos que indicaban nuestra naturaleza cultural.
Los más pequeños se entretenían asustándose, gritando y aplaudiendo las distintas voces ocultas de Isidro Gómez con su Chopito y Chaporro, que hoy no soportaría el juicio de lo políticamente correcto, porque todo se arreglaba a base de palos y cogida por las canillas para relingar al rival mientras se gritaba ¡¡¡Taxi, a la Tiñosa!!! bueno, puede que no fuera muy correcto, pero divertía y al menos te regalaban un Royal Crow.
Constituye para mí un inmenso honor estar aquí esta noche acompañado por todos mis amigos de la agrupación folklórica Coros y Danzas Arrecife, para anunciar que durante los días 14 al 25 de agosto se celebrarán las festividades locales de «San Ginés» nuestro patrono de Arrecife, es decir la fiesta de verano más importante de nuestro municipio y la que más memoria ha forjado dentro de nuestra identidad porteño y cultural.
Estar aquí esta noche pregonando las fiestas de San Ginés 2012, es un honor, porque no se tienen muchas ocasiones a lo largo de nuestra vida, como persona y como representante de esta agrupación cultural, de pregonar a los cuatro vientos, cómo es tu pueblo, cómo lo sientes, decir de él que es un pueblo abierto al mundo, que los habitantes no son mejores ni peores, pero que sí son auténticos y que en estos momentos tan difíciles que nos ha tocado vivir, se les ve expectantes, tratando de timonear la situación insostenible, plantándole cara a esta crisis que nos trae recuerdos de épocas antiguas que repetirlas o revivirlas no es nada deseable y poco aconsejable.
Nosotros, como hijos de la isla, enviamos nuestro saludo afectuoso a todos ustedes presentes, a los que están en casa, a los enfermos, a los que se encuentran fuera de casa en estos momentos y no pueden estar en la isla, a todos aquellos que, pese a no haber nacido aquí, se han incorporado y adaptado a nuestras costumbres y forma de vida. Aprovecho también la ocasión para saludar a aquellos que solo pueden seguir nuestras fiestas a través de las televisiones locales o regionales.
Desde muy niño, cuando apenas tenía siete u ocho años, sentía y vivía en el seno de mi familia los cantos canarios. Puedo dar gracias a Dios, pues me premió con vivir siempre entre música, cantos, parrandas, en fin, afortunadamente envuelto en alegrías.
A la nochecita al paseo, a lucir los zapatos y la ropa nueva; otros nos repartíamos entre los ventorrillos adornados con los bidones pintados de blanco, llenos de palmas y engalanados de banderitas de papel. Se llenaban los puestos de parrandas, de olor a carne de cochino en adobo, tonina, las papas arrugadas con mojo, las jareas, la morena frita, en fin lo propio del lugar. Sonaban parrandas, solistas, timples, guitarras y, de vez en cuando, se oía la voz melosa de algún forito, acordeón antiguo con sus cadencias marineras, isas, habaneras porteños llegadas del Caribe y todo cuanto los ánimos de los marinos y de los campesinos eran capaces de ordenar en un nuevo mundo nacido de la necesidad imperiosa de vivir y celebrarse.
Tal vez convenga sentarse un rato a dialogar sobre las fiestas y tratar de que muchas de las cosas vuelvan a ser auténticas como antes.
Nosotros, para terminar, no conocemos otra forma de pregonar estos San Ginés que haciendo aquello que venimos haciendo hace 54 años y que acto seguido haremos, y les podemos asegurar que en cada canción, en cada música y en cada baile hay escondido un sonoro y alegre ¡Viva San Ginés!