Don Quijote y Sancho en la ínsula de los disfraces
Sancho.- (Ante las pocas palabras del Quijote): Señor, ¿tengo a entender que la lengua le ha sido arrebatada por el gran caos en el que envuelto nos hemos visto? ¡Valga el cielo y los dioses todos, este caserío no es el que era!
Quijote.- Menos mal, amigo Sancho, que ileso hemos salido. Y debo confesar que efectivamente no eran gigantes, aunque igual de altos parecían.
Sancho.- Debido a eso que llaman plataformas, que es un aparatejo para hacer más altas a las personas, aumentando de manera arriesgosa el tamaño del calzado.
Quijote.- ¿Y cómo las llaman a esta gente Sancho? Sólo recuerdo que era un nombre muy raro.
Sancho.- Drag-Queen, así Se hacen llamar. Y yo lo único que recuerdo es que estaban bien enfadados cuando vuestra merced arremetió contra el grupo, haciendo caer a todos ellos desde sus zapatos. Todavía tengo en el cuello las marcas de un bolsazo y varios arañazos metálicos. Estaban furiosos como diablos.
Quijote.- Ya puedes decido, amigo Sancho. Me he quedado parco de la sorpresa y del pánico. En verdad éste ya no es aquel pueblito costero que era
Sancho.- Recuerda mi señor cuando íbamos a ver llegar al correillo
Quijote.- Recuérdolo
Sancho.- Y parece que fue ayer.
Quijote.- Parécelo. ¿Y esta gente, Sancho, qué vienen a ver de nosotros?
Sancho.- ¿No recuerda vuestra merced que las autoridades de esta aldea nos han pedido que pregonemos estas fiestas de disfraces? ¿Y que fue vos mismo quien solícito se ofreció?
Quijote.- Pues, no.
Sancho.- Pues, sí, y en esas estamos. Así que hablemos en voz alta desde esta ventana.
Quijote.- Será desde este balcón…
Sancho.- Para mí tendrá que ser desde una ventana, pues mi intención era empezar con la expresión de ¡Ay, ventaneja mía!
Quijote.- Y eso qué tiene que ver.
Sancho.- Pues que si fuera desde un balcón tendría que decir ¡Ay, balconejo mío!
Quijote.- ¡Por Dios, Sancho, eso es una grosería!, no lo hubiera pensado yo de siervo por madre tan bien criado.
Sancho.- Ve, Señor, como las palabras la carga el diablo, pues nada, más lejos de ser grosero.
Quijote.- Tienes razón, amigo mío, no hay que ser tan, tan, tan…
Sancho.- Remilgado
Quijote.- Eso, di las cosas sin que haya motivo para la, la, la…
Sancho.- Mala interpretación.
Quijote.- Eso
Sancho.- ¿Lo digo entonces desde el balcón?
Quijote.- Desde el balcón, sin dudarlo
Sancho.- (Toma un trago de agua o lo que sea menester, hace unas gárgaras y se dispone a la entonación):
¡Ay, balconejo mío, a disfrutar raudo de los carnavales! Y es que como este mío, no hay ninguno mejor situado. Aquí me alegro de estar en frente del gozo y coso y todo me viene, como ya dije, de frente que es como mejor uno se aviene y no que te venga de costado, salvo que … estés acostado, aunque para gozar los carnavales la mejor posición es la de empenicado. Como bien dice la copla:
Empenícate María
que de altura eres baja
empenícate y sujétate
que no se te caigan las…
Quijote.- (Interrumpiendo): ejem, ejem.
Sancho.- .. Polainas.
Quijote.- Me da a mí que no terminaba así el versito.
Sancho.- La verdad es que no, pero me imagino que los carraspeo suyos han sido para interrumpir la rima, así que le digo que sepa usted que la tradición y la creación deben respetarse que además es una buena costumbre y ya sabe ¡la costumbre es ley!
Quijote.- Sigue, pues, y disculpa amigo Sancho mis desvaríos de censura.
Sancho.- Poca cosa queda ya como no sea aconsejarles que gocen de los carnavales y que con las copas no sean ruines, porque hay gentes que por nada se pican una exageración y acaban de mal vecinos. Cuiden, ¡por Dios!, del equilibrio, es decir: de lo alto que están los adoquines de las aceras, no vaya a ser que cayéndose desde uno encuentren graves lecciones. Y con respecto al póntelo-pónselo ya de antiguo es el saber:
Si no quieres tener
en la vida tropezones
Lleva siempre en los bolsillos
un paquete de condones.
Quijote.- ¡Ay!, amigo Sancho ¡Cuánto ha cambiado el mundo!, antes por menos de lo que has dicho te hubieran metido preso de por vida.
Sancho.- Y por menos de lo que cantara un gallo, pero, mi admirado caballero, estamos en carnavales, donde todas las palabras valen y ninguna ofende, que no hay palabras malas sino malos oídos. Y no es dañino aconsejar al divertimiento, pero con cuidados, los mínimos por 10 menos. (Mirando a Alonso) Con permiso.
Quijote.- Suya es la boca.
Sancho.- (Saca una cometita, da tres toques medio largos y habla con voz de pregonero) ¡Señoras, Señores y pueblo del Arrecife, sepan que hoy comienzan los carnavales! Diversión habrá al montón, bailes y bailongos también, carrozas y mucho más cosas y para quienes se queden con ganas nada más terminar el programa se reunirá la comisión para estudiar lo que conviene de actividades y diversiones para el año que viene. Pero ¿para qué pensar en mañana si todavía hoy nos queda para rato? Bueno, eso es todo, sean felices y alegres que a todo lo que sea saludable hay que darle la bienvenida.
Juntos.- ¡Feliz Carnaval!