POR CARMELO GARCÍA DÉNIZ

Sr. Presidente de la Sociedad Democracia,
Señoras y Señores Socios de esta Sociedad,
Dignísimas Autoridades,
Señoras y Señores:
Muy buenas noches.
Antes de nada quisiera agradecer sinceramente a la Sociedad Democracia su gentil invitación para que fuese pregonero en sus tradicionales fiestas de San Pedro. Es para mí todo un honor aceptar a tal invitación y estar esta noche entre los socios y amigos de una Sociedad tan arraigada y vinculada a nuestra ciudad de Arrecife.
Al hilo de ello, permítanme que aproveche la ocasión para organizar el discurso de este Pregón en torno al papel que ha jugado la Sociedad Democracia en la configuración, en el crecimiento y en la vertebración de la capitalidad de Arrecife como núcleo urbano en un territorio tan peculiar como el nuestro.
Los factores que determinan el establecimiento de una ciudad son concretamente los que tienen una calidad colectiva, sin éstos las ciudades no son sino un continuo habitacional, un número de almas o vecinos sin mayor relación que la cercanía. Podría citar dos ejemplos: una plaza, como espacio de confluencia vecinal, dice más de una ciudad que una larga calle de vecinos. Y una entidad como ésta que nos acoge, define con mayor exactitud la calidad de ciudad que un entramado de calles sin espacio social.
Si lográramos imaginamos el nacimiento de este lugar en el que vivimos, vendría a nuestra mente, primero un descampado salitroso con tierras bermejas, jables y más cercanas a la costa el suelo apelmazado por filtraciones, cuajado, tal vez, por plantas propias del en¬torno (salados, barrillas, patillas, etc.) y por una miríada de charcos que la pleamar deja expuestos a un sol generalmente de justicia.
Las primeras edificaciones serían las propias del uso del suelo: cabañas de pescadores y más tarde almacenes donde guarecer las mercaderías que dejadas por navíos en la bahía de Arrecife tenían como destino, probablemente, la Villa de Teguise, acomodada y privilegiada en su rango de capital de la isla.
Tuvo Lanzarote diferentes modelos de supervivencia, donde se practicó hasta economías de recolección, como la orchilla, la barrilla y la cochinilla, junto a cultivos tradicionales y la pesca en sus distintas varian¬tes: de litoral, viaje redondo o pesca de barlovento, pes¬ca chica y la zafra. Hoy, sin embargo, ninguno de estos modos de economía son significativos, jugando, en algunos casos, papeles puramente testimoniales.
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