Recuerdo que en una ocasión, siendo un muchacho, acudí a la lectura del pregón con motivo de las fiestas de San Ginés, pese a no tener suficiente memoria respecto a quién era el pregonero, el año en cuestión, ni lo que dijo, sí recuerdo que me pareció que para el pregonero era un honor, una satisfacción personal, ya no por el hecho de se le estuviera dando la oportunidad de demostrar sus saberes, sino por un hecho más primario y que, sin embargo, se da a las personas en muy pocas ocasiones: el reconocimiento público. Y yo, muchacho, admiré y envidié a aquel pregonero por lo que estaba haciendo y por la atención que recibía por parte de los presentes.
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Prólogo
Pregón de La Democracia 1999
Fuente: LA VOZ de 19 de junio 1999
(…) El jueves por la noche la “Sociedad Democracia” dio comienzo a la fiesta de San Pedro 99 con la lectura del pregón por parte del escritor canario Antonio Félix Martín Hormiga. Autor de diversas obras de teatro y numerosos libros como “El Minotauro”, “La noche mágica”, “Breve colección de palabras para una mujer” o “Lanzarote antes de César”,
Pregón de San Ginés 2000
POR FÉLIX MARTÍN HORMIGA
Parece ser norma general, a la hora de pregonar unas fiestas, que el que lo vaya a hacer haga un recorrido por la historia del lugar donde se celebra las fiestas. Motivo por lo que es de mayor reconocimiento y valoración si el pregonero no forma parte de la comunidad, es decir: es un foráneo. Porque se le admirarán los conocimientos que tiene sobre la ciudad, pese a no vivir en ella.
Pregón de Ntra.Sra. del Carmen (Valterra) 1995
POR FÉLIX MARTÍN HORMIGA
La primera imagen de Valterra, me vino por la voz, era en aquella época una palabra extraña que todos pronunciaban y escribían corno dios les había dado a entender. Sabíamos, eso sí, que sobre el llano terroso y ensalitrado, en las cercanías de los faros de marcación de la entrada sur de Puerto de Naos, se estaba fabricando una barriada para los marineros y al poco tiempos vimos, y era difícil no verlo, varios bloques de viviendas pintados de encarnado, un rojo intenso que se veía desde muy lejos. Y efectivamente, allí fueron a vivir un gran número de hombres de mar y personas vinculadas a las factorías, que era el mar en tierra.
Pregón de San José Obrero (Titerroy) 2005
La primera visión de Titerroy habilitó en mí un sentimiento de pesar que tardó en borrarse justo el tiempo que tardé en hacer amistades en el nuevo barrio, venía mi familia del Callejón Liso, lugar casi frontera con el mar. Desde nuestra casa, en las noches apacibles se podía oír el jadeo de los motores de los barcos y en las noches del sur se oía con total claridad la violencia del mar contra las murallas. Titerroy era un lugar lejísimos, allá tras un llano terroso y una cuesta empinada, en la ladera de la cual nos atrevimos con los años hacer un campito de fútbol con un desnivel considerado, más o menos donde hoy está la cancha bajo el instituto Blas Cabrera Felipe.