Pregón de San Antonio Mª Claret (Altavista) 1997

volverPor   DOMINGO CURBELO FERNÁNDEZ

Domingo Curbelo Fdez.

Distinguidas Autoridades, dignos Presidente y Directivos de la Asociación de Vecinos «Padre Claret» de Altavista y a todos los respetables vecinos de este bello Barrio, cuyo nombre se corresponde y hace honor al lugar donde se encuentra enclavado.

En primer lugar deseo expresar mi agradecimiento a la Directiva de la Asociación de Vecinos por haberme invitado a ser el PREGONERO de las Fiestas Patronales de este año, lo que considero un alto honor, por muchos conceptos; el primero de ellos porque me brinda la ocasión de ser un humilde colaborador de ustedes en estos actos tradicionales; en segundo lugar, porque estoy pregonando desde el mismo lugar que tan dignamente ocupara, en este mismo día, pero del año 1995, el buen amigo y gran escritor costumbrista e historiador, enamorado de su tierra natal, Antonio Martín Hormiga.

Después de este breve preámbulo, quisiera entrar en la «pequeña» HISTORIA de ALTAVISTA, como núcleo urbano, ya que sus comienzos fueron consecuencia de una imperiosa necesidad económica, allá por la década de los cincuenta, en que, muchas familias, principalmente del norte de la isla, comenzaron a construir sus viviendas y a trasladarse con todos sus miembros y enseres a los nuevos hogares, como he dicho anteriormente, levantando canto a canto y más tarde bloque sobre bloque, con la ayuda solidaria de todas las familias que se iban sumando al crecimiento espontáneo de un caserío que, más tarde se convertiría en lo que hoy es: un extenso y popular enclave poblacional que, enlazando con Titerroy, Maneje, Valterra a través de Los Alonso, contempla desde esta atalaya privilegiada el viejo Arrecife, consolidando un conjunto armónico de ciudad moderna, sin perder su esencia marinera y sus ricas tradiciones.

En un principio fue conocido, popularmente, como el barrio de los «jarianos», cariñoso calificativo que se les daba a los procedentes del bello Valle de Haría, aunque más tarde se extendería a todos los procedentes del Norte de la isla. Esta denominación se fue diluyendo en el tiempo al conformarse el justo nombre de ALTAVISTA. El desarrollo pesquero e industrial de la capital lanzaroteña, donde la empresa AFERSA (más tarde GARAVILLA), garantizaba el empleo permanente, no solo a los habitantes de Altavista, sino a muchas familias del interior de la isla, contribuyó a un crecimiento acelerado, no solo de este barrio sino del resto de los poblados periféricos de Arrecife. La nunca bien ponderada laboriosidad de los habitantes de Altavista, que con una voluntad envidiable y el esfuerzo personal y solidario de todos, contribuyó a la expansión urbana de la Capital de esta isla, imprimiendo un sello de que circundan Altavista, como el más reciente de Tinasoria, conforman un amplísimo enclave poblacional con el que, necesaria e ineludiblemente han de tener que contar las autoridades, tanto locales como autonómicas y estatales.

Los barrios históricos propiamente dichos, que surgieron a la sombra de los dos puertos: el de la vieja bahía de Arrecife llamado también Puerto Caballo y el de Puerto de Naos, son El Lomo, La Florida, La Molina, La Puntilla, La Pescadería, La Destila, Barriada del Carmen y Tahiche Chico que, como bien dice Antonio Martín Hormiga, más bien, muchas de ellas fueron «zonas con denominación». Hoy sin embargo, Arrecife es una gran ciudad, gracias a sus barrios periféricos, que actualmente configura un conjunto de población variopinta y cuasi cosmopolita que, dentro de las limitaciones de una capital de una isla pequeña, nada tiene que envidiar a cualesquier otra ciudad.

La dignidad que mantiene Altavista, como uno de los barrios de mayor desarrollo, tanto económico como cultural, se le debe a la tesón y el sacrificio de sus primeros pobladores y al mantenimiento de esa voluntad de progreso de los actuales habitantes, basado en la solidaria aportación de todos sus vecinos, tanto en el plano de trabajo personal como en las aportaciones económicas que, con gran sacrificio, han ido aportando. La Asociación de Vecinos, y soy testigo de ello, con ímprobo esfuerzo, robando horas al descanso y a la familia, ha ido «arañando» de los organismos oficiales algunas paupérrimas ayudas, en muchas ocasiones no correspondidas o tardíamente concedidas, que lamentablemente no consiguen cubrir las necesidades más imperiosas que un barrio de estas características reclama. Pero la constancia de la Directiva de la A. de Vecinos «Padre Claret» y el noble afán de superación de los vecinos, está demostrando que, cual en el ayer lejano, desde los comienzos, desde que se fundó la primera piedra de la barriada, el espíritu de lucha no ha decaído, se sigue alimentando generación tras generación, de aquellos intrépidos e indomables luchadores que, sin abandonar del todo las labores campesinas, pues nacieron en ellas, crecieron junto a ellas y se alimentaron del fruto de las mismas, con el noble objetivo de mejorar su posición social y conseguir un mañana más cómodo y esperanzador para sus hijos, conjugaron las faenas campesinas con las faenas de la mar, del puesto de trabajo en las conserveras, en las empresas constructoras y allí donde pudieran conseguir el dinero necesario para adecentar sus nuevos hogares, pagar los estudios de sus hijos y elevar, en suma, el nivel económico de su familia.

Hasta en el Centro Cultural que hoy nos cobija, donde se concentran varias dependencias, como la TERCERA EDAD, CANCHA DEPORTIVA, etc., han quedado plasmadas las huellas de los vecinos de este barrio, pues sus manos encallecidas por el duro quehacer cotidiano, aún tenían firmeza y energías para levantar este amplio Local Social. El noble objetivo que les guiaba era el de dar cohesión a las familias y no permitir que la dispersión de los hogares se convirtiera en aislamiento e incomunicación entre los vecinos. Era necesario arbitrar medidas urgentes y conseguir un lugar de reunión en el que se practicara el permanente contacto vecinal, crear un espacio donde se compartieran las penas y las alegrías, los proyectos y las ideas surgidas de cada uno, el lugar común donde se limaran asperezas, se discutieran proyectos y se ampliara el círculo de amistades.

Siendo alcalde Don Jaime Teixidor, se creó un pequeño parque, el cual, por no sé que circunstancias, se encuentra abandonado. Creo razonable que las autoridades actuales tomen cartas en el asunto y doten a Altavista de un lugar arbolado, de esparcimiento y descanso, particularmente para que, en época estival, puedan los niños corretear sin peligro alguno y disfrutar de la naturaleza dentro de su propio barrio. Esta es una sugerencia personal que hago a los ediles responsables del área de «PARQUES Y JARDINES», por creerla de gran interés social. Crear amplias zonas verdes en toda la ciudad, por supuesto allí donde sea factible llevarlas a cabo; todo esto supone no solo el embellecimiento de la ciudad, sino colaborar de manera efectiva en la lucha contra la contaminación y el enrarecimiento del aire que respiramos. Respetando, por supuesto, las diversas creencias religiosas de todos y cada uno de los vecinos, permítanme que no pase por alto hacer una corta ‘biografía del Patrono de Altavista San Antonio María Claret. Antonio cría María nació en Sallent, provincia de Barcelona, en 1807 y fundó la Congregación de Misioneros «HIJOS DEL CORAZON DE MARIA», en 1849. Fue arzobispo de Santiago de Cuba desde 1851 hasta 1858. Renunció a su Sede al ser llamado a España, siendo más tarde nombrado arzobispo de Trajanópolis. Isabel II lo nombró su confesor hasta su derrocamiento por la Revolución de 1868. Más tarde, dicen, que sus enemigos le hicieron blanco de ataques y calumnias, muriendo en 1870. Lo beatificó Pío XI en 1934, siendo canonizado por Pío XII en 1.950. Esta es a grandes rasgos, la brevísima biografía del Patrono de Altavista.

He sido sucinto y escueto en mi andadura por la joven Historia de Altavista. No he querido extenderme en análisis más profundos de su historiografía. Los pueblos jóvenes también tienen un pasado, un pasado relativamente reciente, pero no por ello menos importante. Esas son las raíces que hay que seguir alimentando con mimo y con cariño para que este árbol que ya ha dado sus frutos, continúe creciendo saludable y con vigor. Aquel esqueje mortecino que plantó la mano del primer habitante de Altavista, y que han seguido cuidando y protegiendo las generaciones posteriores, se ha convertido en este populoso barrio. No descuiden su atendimiento. Sigan avanzando y modernizando este gran Hogar Común, pero sin olvidar, ignorar…o abandonar las enseñanzas de los antepasados, las raíces primarias, pues son las Señas de Identidad de un pueblo, la garantía de su continuidad como tal. La pérdida de nuestra ancestral cultura es como cuando un barco extravía su timón, navegará a la deriva siguiendo el rumbo caprichoso que le marquen los vientos hasta que, irremediablemente encallará y naufragará. Manténganse firmes, unidos y solidarios, para que ningún elemento extraño les haga naufragar.

Termino, deseándoles de todo corazón que gocen con salud y alegría de estas Fiestas Patronales, que bien se lo merecen.

MUCHAS GRACIAS.

Domingo Curbelo Fernández 17 Octubre, 1.997

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