¿Arrecife de Lanzarote en fiestas? ¿Cómo puede estar en fiestas lo que es una fiesta? Porque Arrecife es, en primer lugar, la fiesta de la be¬lleza. Mirad el mar, la mar; ondulante belleza femenina, de oceánicos ojos azules, o verdes, o grises, cortejada siempre y nunca violada por el an¬sia de la gaviota.
Al fondo, en el horizonte de la tierra, la suavidad nutricia y atemorizante de los volcanes –¿apagados?– pechos maternos para el temor, el gozo y el diario alimento de belleza… ¿A quién puede no extrañar esta hermosura si la belleza siempre es extraña?; aquí lo es aún más porque muestra a los humanos ojos de hoy la original pureza de aquel día creador en que nació la luz y fueron irremediablemente separadas las aguas de las tierras. Y, además, está la palmera. Aquí, la palmera puede y sabe que la sed de la tierra se mitiga con amor, alegría, hospitalidad, entrega. Vertical hacia el cielo resuelta en femenina redondez, la palmera calma y colma la humana sed del espíritu y de la carne, porque es el símbolo de la fe y de la esperanza e impetra del cielo los dones –frescura y sombra– que generosamente derrama después sobre la tierra.
Quizá el buen obispo Ginés, menesteroso de estas primordiales verdades evangélicas, buscara la tierra de promisión donde convertir en realidad su uto¬pía cristiana. Y aquí halló los elementos necesarios para su apostolado: pradera o campo ilimitado para su siembra, sed de verdad y amor, viento creador, fuego de redención, palmera como torre catedralicia o surtidor de fe, camello de paciencia, molino y aljibe para alimento y co¬secha del alma.
La perenne presencia de esos elementos o factores del espíritu es, a lo que creo, lo que constituye el fondo esencial de las anuales fiestas de Arrecife. Fiestas de cultura, porque la cultura es espíritu y cultivo del espíritu, y eso es lo que el Ayuntamiento, en colaboración con los Cabildos Insulares de las islas, dedica a su Santo Patrono. Conferencias, danzas, masas corales, poesía, música, cinematografía, folklore, deporte, teatro y artes plásticas se dan cita y congregan aquí como valioso tributo al mejor y mayor desarrollo cultural de Lanzarote. No será nada sorprendente que la conjunción del esfuerzo municipal y del esfuerzo ciudadano alcancen el alto ob¬jetivo que se han propuesto. En Lanzarote, donde en color y luz la creación divina, dio clara muestra de su infinito poder, no pueden fallar ni el paisaje ni los hombres. Aquí es siempre verdad tanta belleza